martes, 12 de agosto de 2008

CILICIOS...SIGUEN DE MODA????











HISTORIA
La carne es débil y a veces, para vencer a la tentación, no resulta suficiente elevar jaculatorias, recitar plegarias o practicar ayunos, por lo que se hace necesario recurrir a algo más persuasivo, el dolor. Y es que no hay nada mejor para aplacar pensamientos impuros o depravados instintos y purificar nuestra alma que mortificar la carne. Para este menester son varios los medios que los arrepentidos pecadores suelen utilizar. Desde el simple gesto de rezar de rodillas o de dormir sobre una tabla, a cosas más contundentes como flagelarse o hacerse cortes, aunque el preferido y de uso más extendido es, sin duda, el cilicio.
En principio, un cilicio era cualquier tipo de ropa hecha de lana burda o de cualquier tela áspera que se ponía directamente sobre el cuerpo del penitente. Su continuo roce sobre la piel junto a piojos, pulgas y la precaria higiene en general, conseguían sobre el tentado/a una desazón general que lograba aplacar los pensamientos más lujuriosos.
Pero al parecer, estos cilicios de tela no eran suficientes. Buscando mayor aproximación al sufrimiento pasado por Cristo y para aplacar algunos libidos desbocados, el cilicio se convierte en una especie de pulsera de alambre con púas que le sobresalen y que se ajustan, normalmente, en el muslo o en en el brazo bajo la axila, aunque los lugares donde ponerlo se deja a la imaginación del pecador. Cuanto más fuerte la tentación a vencer, más ajustado había que llevar el cilicio. Es decir… Si te viene un calentón, al cilicio dale un apretón
No pocas veces ocurría que se le cogía el gusto al invento y lo que debía servir para combatir el pecado, se convertía en el mismo pecado. Y es que la línea entre dolor y placer a veces resulta un poco difusa.
Durante la edad media su uso se generalizó y muchos son los personajes que le dieron al cilicio como San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Jesús, Santo Domingo
Y no sólo religiosos, sino también reyes como Luis IX de Francia o importantes hombres de estado como Tomás Moro.
Cilicio de Luis IX de Francia. (foto)
Tomás Moro. La tela blanca que sobresale de cuello y puños es un cilicio. (foto)
Aunque su utilización ha decaído con el tiempo, aún se sigue usando. La madre Teresa de Calcuta

4 comentarios:

Anónimo dijo...

por favor en donde consigo el cilicio me urge,quiero usarlo por amor a cristo.

Santiago Valderrama Henao dijo...

Hola norma, no me gusta la idea de los cilicios, la iglesia católica dice que la auto flagelación no es buena, si en verdad quieres hacer sacrificio, empeña en hacer excelente tu trabajo de la vida cotidiana, has tu trabajo a la perfección y ofrécelo a Dios, esto se llama la santificación del trabajo ordinario

TammySmilee dijo...

Norma Ruis, estás demente esas cosas no son por amor a Cristo, son anormales. Por lo que escribes claramente necesitas de ayuda profesional, incluso afirmaría que te integres a un lugar donde traten la salud mental de las personas (Psiquiatrico). Eres peligro para la sociedad.

Anónimo dijo...

Ella es libre de usarlo. Es una forma correcta de autocontrol y mortificación. Es algo personal y respetable.